La Rebelión de An Lushan. La Guerra más sangrienta de la historia
A veces nos da la impresión de que el siglo XX trajo las más sangrientas guerras, los hechos más atroces de la historia humana, pero mucho tiempo antes el mundo fue testigo de rebeliones y matanzas mucho más sangrientas que no trascendieron ni son manejadas diariamente por la opinión pública. Uno de estos hechos, la peor atrocidad de la historia fue La Rebelión y Guerra Civil de An Lushan.
Una sublevación de ocho años durante la dinastía china Tang que, según los censos, provocó la perdida de dos terceras partes de la población del imperio, una sexta parte de la población mundial de la época. Estas cifras no pueden tomarse todas en sentido literal, desde luego. Algunas echan de modo tendencioso la culpa de una hambruna o una epidemia a una guerra, una revuelta o un tirano concreto. Otras proceden de culturas aritméticamente analfabetas que carecían de técnicas modernas para contar y llevar archivos. Sin embargo, la historia narrativa confirma que las civilizaciones antiguas eran, sin duda, capaces de matar a gran escala.
Las guerras en China fueron algo común desde la antigüedad. Las continuas disputas entre los distintos reinos y dinastías por la hegemonía causaron cruentos enfrentamientos. Para entender la magnitud de estas batallas hay que tener en cuenta que, pese a que la estimación mundial se estime de entre 200 y 250 millones de habitantes al comienzo de nuestra era, tan sólo en lo que se corresponde a la actual China vivían 60 millones de personas.
La dinastía Tang llegó al poder por segunda vez en el año 705, después de la muerte de la emperatriz Wu Zetian. A lo largo del siglo VII, durante el primer periodo de la dinastía, China tuvo uno de sus momentos de mayor esplendor económico, pero el segundo periodo predominó la inestabilidad social y económica que llevaron al declive a la dinastía.
La situación insostenible, unida a la inestabilidad y las revueltas a las que se enfrentaron durante la primera mitad del siglo VIII las dinastías circundantes, firmaron el detonante para que en el año 755 el general An Lushan comenzara la revolución.
Lo que podría haber sido una victoria rápida con el apoyo del pueblo, se tornó en un tortuoso enfrentamiento. Los rebeldes consiguieron dominar el noroeste de China en tan sólo un año, tras convencer a un gran número de oficiales y suprimir a todos los opositores. Los problemas comenzaron cuando intentaron viajar al este para intentar tomar Chang’an (actual Xi’an), la capital de imperio.
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